Muchos de mis pacientes que han perdido piezas dentales o que requieren de una extracción, me preguntan: ¿Por qué necesito un injerto de hueso para colocar un implante dental? Por ello dedico mi entrada de blog de hoy a responder esa pregunta.
Cuando se construye una casa es necesario que se establezcan unos cimientos sólidos, para luego poder edificar sobre estos, porque si no cumplen con los requerimientos mínimos necesarios la casa se vendrá abajo. Con los implantes no es diferente, si no hay suficiente hueso para fijar el implante, este se vendrá abajo, sí o sí.
¿En qué consiste el injerto de hueso?
El injerto de hueso no es más que agregar tejido óseo en una zona donde se dio la pérdida o extracción de una o más piezas dentales, con el fin de restaurar la densidad y volumen del hueso perdido, para así poder colocar uno o más implantes dentales que sustituyen a los dientes perdidos.
Aunque el concepto suena bastante sencillo, usualmente surgen dudas como: ¿Siempre que se pierde un diente se reabsorbe el hueso? La respuesta es sí, la reabsorción del hueso es un proceso natural que se genera cuando la estructura ósea deja de estar estimulada por la presencia del diente.
Existen otros casos donde la pérdida ósea es producto de enfermedades periodontales, haciéndose necesarios el injerto óseo y de encía para tratar problemas de sensibilidad y de estética, que de no corregirse de forma adecuada pueden derivar en pérdida de la pieza dental.
Implante inmediato post-extracción
Con la combinación de técnicas innovadoras y tecnología punta, se puede realizar la extracción de un diente e inmediatamente sustituirlo con un implante, siempre y cuando las condiciones sean las adecuadas, en estos casos el injerto de hueso también es necesario.
Pero… ¿Por qué si me vas a sacar el diente e inmediatamente vas a poner el implante hace falta injerto de hueso? Sucede que con la extracción de la pieza dental, el alveolo donde estaba alojada la raíz de dicho diente, queda vacío y su lugar lo ocupa un coágulo de sangre, que aunque es capaz de regenerar hueso, no logra regenerar suficiente para llenar el hueco ocasionado.
Este hueso sufre una remodelación y pierde volumen. Si en esa zona colocamos un injerto de hueso, parte de este no se reabsorbe y mantiene con mayor exactitud el volumen original consiguiendo así mejores resultados estéticos.
Al agregar tejido óseo luego de la extracción y colocación del implante, conseguimos resultados estéticos más favorables, pues es más fácil mantener lo que ya existe que esperar que se remodele y después tener que reconstruir, dado que algunas personas sufren grandes cambios volumétricos en los tejidos tras una extracción dental.
¿De donde viene el hueso?
Esta es una pregunta que nunca falta y la respuesta dependerá del caso. En la actualidad los cirujanos hacemos lo posible para que la intervención sea lo menos traumática posible, con lo cual evitamos tomar hueso de otra área del paciente, usualmente la mandíbula, en su lugar usamos xenoinjertos.
Los xenoinjertos son materiales de injerto óseo de origen animal que han sido refinados mediante un proceso patentado de esterilización. Este proceso asegura el más alto nivel de seguridad y calidad, obteniéndose un material seguro y biocompatible.
En otros casos, donde la pérdida de hueso es mayor y se necesite un bloque como tal, la opción de que el material a injertar sea del propio paciente cobra más peso, aunque por supuesto también existen alternativas.
Para concluir, es importante destacar que una vez perdida o extraída una pieza dental, lo ideal es que se realice cuanto antes una intervención de injerto de hueso, ya que mientras más tiempo pase, la reabsorción del hueso será mayor, comprometiendo más la salud y la estética del paciente.