La caries infantil constituye la enfermedad infecciosa más común entre los más pequeños, la buena noticia es que es fácil de prevenir. La responsabilidad del cuidado dental de los niños recae en los padres, quienes tendrán que velar por una correcta higiene dental y una dieta sana y equilibrada.
En principio, con estas dos medidas tendría que ser suficiente para prevenir la caries, pero es importante conocer más a fondo cómo se origina esta enfermedad, cómo debe ser tratada y, sobretodo, cómo anticiparse a su aparición para garantizar una buena salud dental.
¿Cómo se origina la caries infantil?
Al igual que en los adultos, una escasa higiene bucal, junto con una dieta rica en azúcares, conforman los principales causantes de la aparición de la caries, aunque cabe destacar que ciertas predisposiciones genéticas también influyen.
Después de la ingesta de alimentos ricos en azúcar como la leche y las golosinas, una parte de estos azúcares se queda en la boca. Estos azúcares contribuyen a la formación de la placa bacteriana en la superficie dental, ya que la placa bacteriana se alimenta de dichos azúcares, generando ácidos que desmineralizan el esmalte del diente.
Posterior a esta desmineralización, el desgaste del diente por parte de los agentes bacterianos continúa, generando agujeros o cavidades en la estructura dental. Ésta ya es una fase más avanzada, la cual debe ser tratada con prontitud para evitar que el daño se propague al interior del diente.
Los 5 pilares de la prevención de la caries infantil
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1. Evadir las bebidas y alimentos azucarados
Queda claro que evitar el exceso de azúcares es primordial para el buen estado de la dentadura de los niños. Según el Sistema Público de Salud de Inglaterra, dejar de lado los problemas de salud dentales de los niños significa un incremento en el riesgo de reincidir en esta enfermedad durante la vida adulta.
Por tanto, se recomienda que los alimentos ricos en azúcar como caramelos, mermeladas, pasteles, galletas, gominolas y helados, sólo se suministren a la hora de comer y no como meriendas. En el caso de las meriendas, lo ideal es recurrir a alimentos más saludables como frutas y verduras crudas; tales como mandarinas, plátanos, trozos de pepino o zanahorias.
En caso de que el niño sea reacio a estos alimentos, las tostadas, las galletas de arroz o las palomitas de maíz también son una opción válida. Lo que no constituye una opción válida son los típicos zumos de fruta azucarados, ya que su contenido de azúcar es muy alto y contribuye a la formación de caries.
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2. Reemplazar el biberón por vasos después del año
Aunque resulte más práctico para los padres dar de beber al niño en un biberón, ya que se corre menos riesgo de derrames y causa mayor sosiego al pequeño, es importante, según el Sistema Público de Salud en Inglaterra, que se pase al uso de vaso de flujo libre incluso después de los seis meses.
Esto se debe a que beber sustancias principalmente dulces en biberones y vasitos con tapa, compromete la dentadura del pequeño, sobre todo los dientes delanteros. Recordemos que incluso la leche materna posee azúcares que, aunque son beneficiosos para la digestión y crecimiento del niño, contribuyen a la formación de caries.
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3. Crear hábitos de higiene dental
Es importante limpiar los dientes de los niños apenas aparezca el primer diente, con una gasa húmeda y hasta el primer año después de cada comida. A partir del segundo año se introduce el cepillo de dientes, y éste debe ser de cabezal pequeño y cerdas suaves. Además, la cantidad de dentífrico debe ser mínima, cercana al tamaño de una lenteja.
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4. Evitar los medicamentos con azúcares
Muchos medicamentos infantiles poseen azúcares añadidos con la finalidad de que el niño no los rechace, pero es importante buscar una alternativa sin azúcar de estos medicamentos. Para prevenir futuros problemas dentales, se recomienda recordarle al pediatra poner una opción sin azúcar en la receta del niño.
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5. Visitar al dentista de forma periódica
A partir del primer año de vida se debe llevar a cabo la primera visita al dentista, en caso de que no se haya presentado ningún problema previo. Después de esta primera visita, lo ideal es que el pequeño se haga ver por el dentista cada seis meses, de forma que se pueda controlar de cerca la evolución de la dentadura del niño.